Cuando Miguel se cambió de trabajo, estaba muy ilusionado por el nuevo proyecto al que lo asignaron. Nuevos desafíos en un tema que lo apasionaba. Todo «pintaba» de maravillas. Sin embargo, con el correr de los días empezó a sentirse desalentado. El ambiente de la oficina le estaba resultando pesado. ¿Era por el tipo de conversaciones que allí se daban? ¿eran las actitudes de los colegas? ¿qué era? …
¿Ambiente tóxico?
Del mundo de la medicina sabemos que una sustancia tóxica es capaz de ocasionar efectos perjudiciales en cualquier organismo vivo ya sea al ser ingerida o al entrar en contacto con ella. De forma similar cuando un ambiente está cargado de una emocionalidad, nos afecta y puede ocasionarnos diferentes efectos perniciosos o estados anímicos incómodos. Y todos, en mayor o menor medida -de acuerdo a nuestra sensibilidad- transmitimos y nos contagiamos estos estados emocionales.
La toxicidad comienza por …
En primer lugar la toxicidad se manifiesta en el tipo de conversaciones que se dan entre los miembros del lugar. (Viene a mi memoria la conversación dominante que se desarrollaba en una oficina en la que trabajé: la crítica despiadada hacia todo ser humano que atravesara la puerta, ya fuera de la misma organización o invitado. Todo era mal juzgado, desde la forma de vestirse, de andar, su cara, su estilo …)
¿Estoy siendo tóxico?
Si la primera toxicidad viene indicada por un tipo de conversación, hay que decir que antes de llegar a la boca esa conversación fue un pensamiento tóxico. Aclaremos también que no estamos diciendo que una persona no tiene derecho a expresarse, quejarse o manifestar un malestar ¡nada de eso! Nos referimos a hacer de nuestras conversaciones un ingrediente contaminante o destructivo que en nada contribuye a la salud del grupo. Y la crítica como deporte es absolutamente destructiva y engañosa pues bajo la sensación de una descarga emocional, tiene el poder de hacerte entrar en el bucle de lo negativo, quitándote todo vestigio de alegría auténtica y convirtiéndote en una persona amargada.
Dos elementos: pensamiento y conversación.
Todo lo que sale por la boca empezó en el interior o en el «corazón», como decían los antiguos. Y aquí vamos a hacer un «stop» … ¡atención con lo que estás pensando! ¡Cuida tu mente! No permitas que el juicio exacerbado sobre los otros llene tu cerebro ni tu sensibilidad. «Es que tú no sabes» podrías decirme, «Fulano es tan …» . ¿Sabes qué? Te comprendo, pero el estar las 24 horas «rumiando pensamientos tóxicos» no te va a aportar mayor bienestar. ¡Evita contaminarte mentalmente!
¿Y ahora qué hago?
Por razones que tú solo conoces, tal vez no es el momento para cambiar de trabajo, pero te sientes desmotivado cada día, sin ganas de comenzar una nueva jornada. Te agobia la negatividad de tus colegas. Sus conversaciones son crítica destructiva, juicio sobre «todo» y «todos», cero entusiasmo, trabajo a reglamento, etc. ¿Cómo seguir ? te preguntas.
¡Céntrate en tí!
Lo primero que necesitas es volver a centrarte en tí, en tu persona, «retirar» tu atención de lo que te rodea y recuperar una actitud de cuidado contigo mismo. Luego veremos qué hacer en relación a los otros o al ambiente tóxico. Pero empecemos por tí: hoy eres la persona más importante de tu vida y cuidarte es tu prioridad.
La tarea comienza cuando vuelves del trabajo hacia tu casa. Si hasta ayer volvías amargado y refunfuñando, a partir de ahora toma consciencia de por dónde caminas e imagina que te vas liberando de toda la carga emocional negativa. Se trata de convertir cada hecho simple de tu vida diaria en un recurso de inteligencia emocional que te sirva para generarte emociones positivas.
Ve pensando qué vas a hacer apenas entres en tu casa. Tienes el poder de «diseñar» momentos y estados de ánimo ¡aprovéchalo! Por ejemplo: «llego a casa, me doy una ducha, me cambio de ropa y salgo a hacer 1 hora de caminata». Y cuando estés bajo el agua, háblate a tí mismo; «con este agua me quito toda la tensión del cuerpo y la mente». Tu mente lo registrará y lo realizará. Nuestro cerebro tiene una sensibilidad enorme para los mensajes positivos y los negativos. De esta forma crearás un tipo de pensamientos no contaminante, que serán como un «capital» de positividad que te ayudará notablemente a permanecer abierto a todo lo bueno que te quieras decir y distante de las conversaciones negativas.
Convierte cada situación de tu vida diaria en una recurso en pro de tí mismo, en una oportunidad para encararlo con un mensaje positivo y optimista.
A la serie de directrices mentales positivas que te has dado, se le va a sumar el efecto de las endorfinas que generarás al hacer ejercicio. ¡Ya sabes que la llaman la hormona de la felicidad! Tu capital de positividad continuará aumentado y tu fortaleza interior también.
¿Qué hacer cuando hay que volver a la oficina? ¿Cuál será la estrategia más efectiva?
Nuevamente, anticípate y sal de tu casa preparado. Utiiza tu imaginación y tu conversación interior -eso que te dices- para tratarte con benevolencia. Son muy útiles y fortalecedoras las visualizaciones. Un cliente que iba a trabajar en moto, con una chaqueta de cuero espectacular, guantes, etc. me confesó que a partir de estos consejos, cada vez que se ponía su chaqueta, su casco y sus guantes se decía: «con esto equipo impido que las conversaciones tóxicas lleguen hasta mí». Y el efecto placebo le funcionó. Me sorprendió su creatividad y cómo logró cambiar su situación en un entorno contaminante.
Estos consejos son muy simples pero no por eso menos efectivos y forman parte de una estrategia necesaria para gestionar un ambiento tóxico. Se trata de utilizar a nuestro favor todo, como dijimos más arriba, de convertir lo cotidiano en un recurso útil.
Otras visualizaciones potentes: imaginarte con la «escafandra protectora» o el «traje de astronauta». Recuerda que tu mente toma las imágenes como reales.
¿Y en la oficina?
El filósofo griego Aristóteles (Estagira, 384 a. C.-Calcis, 322 a. C.) decía: «Nada hay en mi mente nada que no haya pasado previamente por mis sentidos». Es decir, de tí y de mí depende qué vamor a ver, oir, escuchar pues si le damos entrada al mundo entero a través de nuestros sentidos, nuestra mente será un caos. Si vienen a tí con críticas, ¡haz oídos sordos! Nunca sabemos cómo son las cosas con exactitud y cuánto hay de percepción personal de quien te lo cuenta. Todo lo dicho está dicho por alguien y todo lo que a tí te «envenene» y «cargue tu mochila» no te sirve en absoluto. Con una sonrisa aprende a pasar de todo. Y para que te resulte más fácil hacerlo recuerda tener en tu mente el fin último, lo que estás buscando en este momento: liberarte de la toxicidad.
Centrado en tí, esmérate en ser coherente.
¡Fuera todo comentario tóxico!
A la vez que cierras tus oidos a los comentarios cargados de negatividad, piensa en cómo puedes mejorar tu trabajo. ¿Qué aspecto deberías reforzar? ¿Podrías implementar un plan de mejora personal? Aplica todo tu saber y tu experiencia en optimizar tu puesto de trabajo.
Como escribí en el e-book Las 7 Reglas para Motivarte Profesionalmente, nunca sabes quién te está mirando -dentro y fuera de la empresa-. Tú y tu forma de trabajar eres tu propio capital ¡que no decaiga! ¿Por qué entregar algo tan valioso? No permitas que la mediocridad te saque de tu eje.
Estás llamado a dar lo mejor de tí y a engrandecer este mundo con tu aporte. Eres único. No hay otra persona igual a tí. Tienes dones y fortalezas únicas, originales. Acentúa lo que a tí se te da bien. Utiliza tu imaginación y tu diálogo interno para autofortalecerte.
Enfocando de esta forma y aplicando visualizaciones y tu conversación interna, lograrás esquivar la toxicidad. Está en ti en qué polo te quieres situar: positividad o negatividad. «It’s your choice» como dicen los anglosajones, «es tu elección» decimos nosotros.
Recuerda que:
Ser y trabajar cada día mejor es un camino de ida.
¡Libérate de la toxicidad!
Muy buenas reflexiones y aparentemente fácil de ponerse en práctica, aunque los pensamientos negativos aveces agarran demasiado.
El secreto, María Jesús, es tomar conciencia y luego poco a poco comenzar a implementar cada día esos mecanismos. Para ello contamos con nuestra voluntad y nuestra atención. ¡Se puede! Gracias por tu comentario.